domingo, 29 de diciembre de 2019

la cuarta reencarnación de la codorniz

 Fotografía ABC, 16 de marzo de 1978, pág. 99.

La cuarta y última reencarnación de La Codorniz llegó a los quioscos el 19 de marzo de 1978 con la dirección de Juan Fermín Vílchez, coordinada por Máximo y Cándido y con una nueva apariencia de tabloide, cercana a Le Canard Enchainé francés. Sus páginas se revitalizan con el humor abstracto e intelectualizado de Ops y Máximo, con la eliminación del erotismo y con un decidido empuje al periodismo de opinión. La postrera etapa de La Codorniz cuenta con firmas notables: dibujan Mingote y Martinmorales, y escriben Vicent, Raúl del Pozo, Ángel Sánchez Harguindey, Felipe Mellizo y hasta el cantante punk y fenómeno contracultural Ramoncín. Pero los lectores están asistiendo a los últimos estertores del semanario. Tras la desaparición de Vílchez, Cándido será el último director de una Codorniz que ya no quiere ni reconocerse a sí misma. Tres meses después aparece en los quioscos el último número —definitivo, ahora sí que sí— de «la revista más audaz»: el 1898, del 17 de diciembre de 1978. España se endominga para el refrendo popular de su nueva Constitución, la primera en casi setenta años. Treinta y siete de ellos los ha vivido La Codorniz.

El nuevo pájaro se ha presentado por todo lo alto en la discoteca capitalina Emmanuelle con asistencia de gentes tan variopinstas como Lázaro Carreter, Susana Estrada, José Bódalo o Libertad Leblanc. Eduardo Haro Ibars traza en Triunfo [núm. 793, 8 de abril de 1978, pág. 65.], al modo de Grosz, este lúcido apunte de lo que supone el evento:
La Codorniz pone huevos...  y, además, son de Pascua. La Codorniz, viejo órgano de la prensa de humor, aparecida en una época posbélica en la que el humor era un animal subversivo o tenía que disfrazarse de sainete, y que supo capear el temporal represivo ofreciéndonos, en sus primeros años, una alternativa surrealista a la grisura uniformada de la España Imperial. Luego ha ido pasando por decadencias producidas por el cambio de maquillaje, de línea y de todo. Y ahora, remozada, nos ofrece un regalo de Pascua: una nueva La Codorniz disfrazada de periódico, demasiado parecida —dirán algunos— a su colega francés y emplumado Le Canard Enchaîné, pero con ramalazos celtibéricos de sangre y arena.

El martes día 28, la nueva La Codorniz hizo su presentación oficialísima en un club de la calle Capitán Haya —ésa que recomiendan para los que buscan chicas— llamado Emmanuelle. Presentación mundana, donde acudió todo el mundo; y sí subrayo esta última frase es para recalcar que no es una frase hecha; que estaban allí, desde Carlos Saura hasta el doctor López lbor, pasando por Alfredo Amestoy. Y, desde luego, toda la prensa de Madrid. La discoteca —bastante amplia— estaba llena hasta los topos. La presentación del nuevo engendro humorístico corrió a cargo de Fermín Vilches, Máximo, Martinmorales, etcétera..., plana mayor de La Codorniz reconstituida. Se hicieron preguntas jocosas, a las que los colaboradores respondieron con la gravedad y tristeza que caracterizan a los humoristas.

Después de la brillante actuación de los genios del humor, actuó ese genio del crimen que se llama Ramoncín. No se le escuchó nada; el equipo de sonido era tan malo, defectuoso y estropeado, que se consiguió casi el nivel auditivo de un verdadero concierto punk. Además, como el escenario era muy pequeño, Ramoncín no pudo moverse demasiado, fue una pena. De todas maneras, el señor Fraga —sentado en primera fila— se fue a la primera canción, suponemos que indignado; aunque no oyó la letra subversiva del nuevo ídolo de masas, debió imaginarse por sus gestos y actitudes que aquello estaba muy lejos del centro-derecha que su partido preconiza.

El fenómeno Ramoncín es muy curioso: gusta a todo el mundo, incluso a los pocos punk verdaderos. Pero su público lo tiene, sobre todo, entre la clase media más o menos intelectual. Detrás de mí, un ejecutivo de cuarenta años, encorbatado y de traje, no cesaba de gritar enardecido: "Ramoncín, eres un genio". Y una anciana señora pelicana le decía a su marido o acompañante, pelicano también: "¿No es adorable?".

Ha sido un acierto por parte de La Codorniz fichar a Ramoncín para sus filas. Ambos medios de comunicación —Ramoncín es un medio en sí mismo— se dirigen al mismo público: un sector social bienpensante y lleno de buenas intenciones, que se pretende progre y que desea, de una manera suavemente masoquista, que lw sacudan de vez en cuando y que le peguen con un látigo, aunque, eso sí, sin hacerle daño.

sábado, 28 de diciembre de 2019

la codorniz en cinta 7


28/12/2019 sábado 20:00h Doré sala 2
Ciclo: La Codorniz en cinta. Verbena (Edgar Neville, 1941), Rosa de África (José López Rubio, 1941) y Se vende un tranvía (Juan Estelrich, 1959), con guión de Rafael Azcona. Sesión celebratoria del 120 aniversario del nacimiento de Edgar Neville.
La auténtica joya escondida de la serie es Verbena. La cinta cuenta a priori con varios palos en sus ruedas: su escasa duración —apenas treinta minutos—, el pie forzado de las canciones que debe interpretar Maruja Tomás y lo exiguo del decorado de una feria madrileña que Pierre Schild monta en los estudios Orphea, cuando aún está en la memoria de todos el soberbio trabajo de Fernando Mignoni para La verbena de la Paloma. Toda la acción tiene lugar en esta feria de barriada, donde encontramos todos los tipos esperables: el del puesto de la fuerza, el tragasables, la del tiro al bote, el comefuegos, el que vende bigotes postizos... Solo falta la «mujer cañón», que debe interpretar una gorda inmensa. El ayudante de dirección localiza en el barrio chino barcelonés a una prostituta de ciento sesenta kilos que cobra dos duros por servicio. Le ofrecen por salir en la película el equivalente a una, dos, tres jornadas de trabajo, pero ella se niega en redondo: «No quiero que mis hijos se avergüencen de mí», corta tajante la licitación.
Aguilar y Cabrerizo: La Codorniz, de la revista a la pantalla (y viceversa). Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2019.

viernes, 20 de diciembre de 2019

la codorniz en cinta 6


20/12/2019 viernes 17:30h Doré sala 1
Ciclo: La Codorniz en cinta. Duerme, duerme, mi amor (Francisco Regueiro, 1975)
La película cuenta la historia de un matrimonio formado por Mario (José Luis López Vázquez) y Amparo (María José Alfonso), en un esperpento sin concesiones —de «comedia bárbara» la califica Barbáchano— con ribetes de crueldad inusitados y una visión de las relaciones personales —no solo de pareja— que cae abiertamente en un nihilismo muy próximo a la despojada obra como humorista gráfico de Regueiro. La mixtura de amour fou de cepa surrealista y casticismo queda perfectamente expresada durante los títulos de crédito con la inclusión del himno del gipsy rock Te estoy amando locamente interpretado por Las Grecas.
Aguilar y Cabrerizo: La Codorniz, de la revista a la pantalla (y viceversa). Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2019.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

la codorniz en cinta 5


18/12/2019 miércoles, 19:30h Doré sala 1
Ciclo: La Codorniz en cinta. La niña de luto (Manuel Summers, 1964)
El segundo largo de Summers surge del episodio que queda fuera de Del rosa... al amarillo. Para dotarlo de densidad cuenta con la colaboración de su avalista Tico Medina, de su hermano Francisco y de dos compañeros de la Escuela de Cine, Pilar Miró y Bernardo Ballester. La fórmula es la misma a la que recurrirá una y otra vez a lo largo de su carrera: dosis de humor agridulce, ternura, infancia y actores poco conocidos o, directamente, no actores; consecuencias de la polvareda levantada unos años antes por el neorrealismo.
Aguilar y Cabrerizo: La Codorniz, de la revista a la pantalla (y viceversa). Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2019.

domingo, 15 de diciembre de 2019

la codorniz en cinta 4



15/12/2019 domingo, 20:00h Doré sala 2
Ciclo: La Codorniz en cinta. El hombre que viajaba despacito (Joaquín Luis Romero Marchnet, 1957), protagonizada y escrita por Miguel Gila
Sin embargo, el tiempo se encargará de poner las cosas en su sitio. La modestia de la producción no casa mal con la humildad del planteamiento narrativo. En cambio, hay ambición en la amplitud del reparto —extenso hasta para una película coral española de la década de los cincuenta— y en el intento de homogeneizar un generoso espectro de registros cómicos. Todo ello basado en la creación de un personaje entre pícaro y burlesco que se ajusta como un guante a la máscara del Gila caricato. Los monólogos —esa clase teórica sobre conducción de carros de combate en la que el tanquista se ve obligado a elegir entre atropellar a un niño o a una anciana— y las situaciones que parecen extraídas de una viñeta ganan inesperada viveza y agilidad en su traslación a la pantalla. El hombre que viajaba despacito es uno de los más claros ejemplos de cierto codornicismo cinematográfico. Personal e intransferible, eso sí.

Aguilar y Cabrerizo: La Codorniz, de la revista a la pantalla (y viceversa). Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2019.

viernes, 13 de diciembre de 2019

la codorniz en cinta 3

 
13/12/2019 viernes, 20:00h Doré sala 2
Ciclo: La Codorniz en cinta. Mi adorado Juan (Jerónimo Mihura, 1949), con guión y supervisión artística de Miguel Mihura
Encuadrar a Mihura —como a Neville— en las corrientes realistas sería tan estéril como adscribirlo al surrealismo. Mi adorado Juan tiene una construcción tan artificiosa como sus películas policiacas y, sin embargo, se produce un deslizamiento hacia la comedia humana, en un movimiento novedoso en Mihura, que prefigura la evolución de su teatro en la siguiente década. Los vanguardistas españoles de los años veinte —y, por esta vez, incluiremos a los humoristas en dicho grupo— realizan a principios de los años treinta la conversión urgidos por la polarización política . Tanto el fascismo como el comunismo reclaman el compromiso inmediato. Pero Mihura —individualista recalcitrante— solo entiende el compromiso con uno mismo... y acaso con los espectadores que pasan por taquilla.
Aguilar y Cabrerizo: La Codorniz, de la revista a la pantalla (y viceversa). Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2019.

martes, 10 de diciembre de 2019

la codorniz en cinta 2


10/12/2019 martes, 17:30h Doré sala 1
Ciclo: La Codorniz en cinta. La donna scimmia (Se acabó el negocio, Marco Ferreri, 1963), escrita por Rafael Azcona.
Durante la negociación para que María haga striptease en un club parisino el empresario insiste: «Ah, l’argent! L’argent!». He aquí el quid, el meollo, el intríngulis. Al contrario de lo que afirma el título español, el negocio no se acaba. Azcona y Ferreri exponen claramente a lo largo del relato que todas las relaciones son económicas. Antonio pide a María el dinero que esconde bajo el colchón para poder pagar el árbol donde ella tendrá que hace de mujer-mona; la urge a realizar su papel porque cuanto antes empiecen antes recuperará su inversión; la supuesta investigación científica —que no busca otra cosa que la desfloración de un monstruo— se trata en términos de compensación empresarial; cuando María se marcha quiere llevarse su maleta y su cartilla de ahorros, y cuando Antonio intenta recuperarla ofrece un donativo a las monjas. El sacristán de la capilla a la que van a rezar por la salud de su futuro hijo exige un nuevo óbolo.
Aguilar y Cabrerizo: La Codorniz, de la revista a la pantalla (y viceversa). Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2019.