Humor del 27,
como si del calibre de un obús se tratara. Humor que hizo ¡pum! en el periodo
de entreguerras, cuando vanguardia era término polivalente, que lo mismo servía
para un roto castrense que para un descosido artístico.
Humor del 27
destilado en una revista del 41: La
Codorniz. Por allí anduvieron Wenceslao Fernández-Flórez, Enrique Hereros,
Edgar Neville, Jacinto Miquelarena, Alvarito de Laiglesia… Pero a nadie se le
ocultaba que la medular, como dicen los gacetilleros del balompié, estaba
conformada por Miguel Mihura y Tono, mano a mano.
Ahora, Diminuta Editorial, documenta su encuentro gráfico en Tono / Mihura: Humor del 27.
Si abrimos el libro por una parte descubrimos la obra como dibujante de Mihura. Ya habíamos tenido oportunidad de acercarnos a ella en el volumen de Prosa y Obra Gráfica que editó en 2004 Cátedra con motivo de su centenario, pero aquí aparece exenta, limpia de adherencias literarias, en lo que de torpe o amanerado pueda haber en esas primeras viñetas que aparecieron en las páginas de Muchas Gracias en 1924 y en el salto colosal que se produce en Gutiérrez a partir de 1927, cuando no sólo abandona las influencias k-hitescas en sus monos, sino que los pies empiezan a transitar por la senda de lo inverosímil.
Las andanzas del “Perro
Trespelos” presentadas en la revista infantil El perro, el ratón y el gato, dirigida por Antoniorrobles, nos
sitúan ya en un mundo tan surreal como pueril –tomada esta palabra en su
acepción más noble, sin connotación despectiva alguna- a caballo entre el universo
onírico de la Krazy Kat de George
Herriman y lo que cuatro décadas después propugnará Javier Mariscal con sus Garriris.
Pero si entramos
al libro por la otra puerta, nos encontraremos con la obra gráfica de Tono,
antologada tantas veces por él mismo o por sus allegados: 100 Tonerías, Automentirobiografía,
Con la lengua fuera, Antología 1927-1977… Su estilo atemporal
le permitió reciclar viñetas o pies sin apenas cambios durante cinco décadas.
La oportuna ordenación del material nos permite asistir a la evolución desde el
art déco de sus portadas para Nuevo Mundo al depurado estilo
geométrico que ya impera en sus colaboraciones en Buen Humor, la revista dirigida por Sileno en la que se encontraron
los miembros del grupo que en 1927 -fecha capital en la historia del
precodornicismo- fundaron Gurtiérrez.
Antes de reunirse
en el San Sebastián de la retaguardia con Mihura y alumbrar ese ente bicéfalo y
cuadrumano apodado capicúamente Tomi-Mito, Tono pasa por un periodo escultórico-decorativo
en el que confecciona animales a partir de piezas únicas de latón o chapa. La
versión infantil de estos trabajos tridimensionales se conoció en España como “El
Arca de Noé” y fue harto popular entre la chiquillería cuyos padres compraban
el semanario Crónica. También este
paréntesis queda debidamente documentado en esta edición.
En el centro,
como esas figuras de la baraja francesa aquejadas de simetría diagonal, Tono y
Mihura, Mihura y Tono, se dan la mano en La
Codorniz con un estilo tan idéntico que ya es único. Mihura abandona el
dibujo cuando deja la dirección de la revista en 1944. Tono sigue dibujando y
escribiendo hasta el fin de su vida. Algunas viñetas extraídas de su Automentirobiografía documentan esta
evolución.
La reproducción
en blanco y negro, en especial en las portadas de Nuevo Mundo o en las viñetas de Gutiérrez,
resulta particularmente dolorosa, aunque esta carencia queda compensada por el
precio del libro, que, suponemos, se hubiera visto notablemente incrementado de recurrir al color.
Dicho esto, la calidad de las reproducciones es excelente y sólo flojea cuando,
como en el caso del diario Unidad, los
ejemplares conservados no permiten mayores florituras.
La edición está
al cuidado de Jaume Capdevila, que realiza los estudios biográficos de los dos
antologados, merced a una concienzuda labor de destilación de las fuentes
bibliográficas disponibles al tiempo que repasa la trayectoria de dos técnicas
de dibujo que se fraguaron en la mímesis de los maestros de su tiempo para
confluir en un estilo único y confundible durante la Guerra Civil. Además de su
labor como humorista gráfico con el nombre de “Kap”, Capdevila ha profundizado
en la historia de este menester en España. En esta faceta queremos destacar la
coordinación de sendas monografías dedicadas a las más importantes
publicaciones satíricas editadas en Cataluña a caballo de los siglos XIX y XX: Cu-Cut y L’Esquella de la Torratxa.
El epílogo de Forges es una página de sentido homenaje de uno de los maestros del boom de los 70 a quienes configuraron el
humor español del siglo XX. Asomarse a él en el XXI supone un ejercicio sin
duda beneficioso para el lector intrépido, que verá cómo aquella parte de su
cerebro consagrada al humor se le pone saludable y robusta cual ama de cría
pasiega.
Jaume Capdevila (ed.):
Tono / Mihura: Humor del 27
Diminuta Editorial, Barcelona, 2016.
ISBN: 978-84-942399-8-4
Edición bilingüe catalán / español. 224 págs.
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