Una mañana, mientras hace footing en un parque, Daniel (Agustín
González) ve como un hombre mayor (Antonio Gamero) apuñala a un jovencito que
se burla de sus intenciones de mantener relaciones con él. Cuando su mirada se
cruza con la del asesino, escapa, pero se deja olvidado un libro de poemas de
Walt Whitman en un banco del parque. Aunque su amante, Miriam (Victoria Vera),
intenta que olvide el asunto, a partir de ese momento Daniel se siente
perseguido por un extraño y la situación se va volviendo más kafkiana cada vez.
La estructura zigzagueante que propone Testigo azul (Alucinema) (Francisco Rodríguez, 1989), al invitarnos a que
nos sumerjamos en la fabulación obsesiva del protagonista, admite tanto el
coqueteo con el género fantástico como las salidas de tono humorísticas. Es en
este aspecto donde cobra especial relevancia el papel de abuela de Miriam
interpretado con una convicción desarmante por Conchita Montes. Correctamente
arreglada en las escenas que se desarrollan en lugares públicos, pero con el
pelo disparado en la intimidad, se muestra admonitoria con su nieta y brutal
con el amante de ésta, sin perder nunca el pulso esperpéntico de un personaje
salido del búnker del barrio de Salamanca. En una cinta lanzada por la pendiente del fantástico hermético, su presencia nos devuelve a una realidad no menos delirante.
No es la primera incursión de nuestra actriz en este territorio genérico. En 1972 ya había formado parte del reparto de Diabólica malicia / Night Child / La tua
presenza nuda (James Kelley / Andrea Bianchi, 1972). La multiplicidad de títulos delata el origen
multinacional de esta coproducción. Todavía quedarían por consignar el
internacional, What the Peep Saw, y los alemanes, Der
Zeuge hinter der Wand / Diabolisch. Esta bicefalia también se
aprecia en la dirección, con la atribución de las copias anglosajonas a James
Kelley y la de la italiana, al menos, a Andrea Bianchi con su propio nombre o
con su habitual alias de Andrew White. Bianchi trabajó también en esa etapa en
España en Belleza negra / Black Beauty (James Hill, 1971); ambas
son las primeras incursiones de Andrés Vicente Gómez en la producción, con la
marca Eguiluz Films. No resulta menos peliagudo el asunto de las
versiones, con doblaje asegurado en cada uno de los idiomas de los cuatro
países implicados en la producción. En España, Selica Torcal puso voz Britt Ekland,
Juan Logar a Hardy Kruger y Delia Luna a Lilli Palmer. Conchita Montes se dobla
a sí misma y, acaso por ser una de las pocas actrices nacionales que podían
actuar con cierta soltura en inglés, se justifique su presencia en el reparto.
Su papel es episódico y se reduce a tres escenas en las que comparte encuadre
con Britt Ekland.
Aunque el guión se supone que es un original
del televisivo Robert Preston, su germen está en Otra vuelta de tuerca de
Henry James y en una serie de películas coetáneas de corte fantástico que
utilizan a la infancia como elemento perturbador, como The
Nightcomers (Los últimos juegos prohibidos, Michael Winner, 1971) o
The Other (El otro, Robert Mulligan, 1972). Es en este
marco y en las múltiples refracciones que provoca Repulsion (Repulsión,
Roman Polanski, 1965) que cabe ubicar esta historia de un preadolescente
perverso (Mark Lester) o de su madrastra perturbada (Britt Ekland).
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