El 22 de
noviembre de 1946 Eduardo Hernández, primer actor cómico de la Compañía de
Comedias Cómicas de Enrique Jardiel Poncela, recibe un homenaje en el Teatro
Barcelona de la Rambla de Cataluña. Se cierra de este modo la estancia de tres
meses de la compañía de Jardiel en la ciudad condal, intentando resarcirse de
las pérdidas económicas sufridas en su gira americana de 1944. Durante este
periodo escribe El sexo débil ha hecho
gimnasia, compone una sinopsis cinematográfica –que nunca llegó a la
pantalla- para Mario Moreno “Cantinflas”, dirige un Don Juan Tenorio protagonizado
por Mario Cabré con ocasión del Día de Difuntos; y estrena el monólogo A la luz del ventanal, que interpreta
María Paz Molinero.
No es el único,
porque el fin de fiesta del homenaje a Eduardo Hernández se alarga hasta las
dos de la madrugada. Teresita Vázquez y Trini Montero cantan y bailan una
zambra; Paquito Melgares cuenta unos chistes de cazadores; los miembros de la
compañía de revistas del maestro Alonso, con Angelita Navalón y Alfonso Godá a
la cabeza, interpretan varios números de la revista Tres días para quererte, que se representa en el Teatro Nuevo; y Jardiel
pone en pie el “monólogo para dos personajes” El fakir Rodríguez, que protagoniza el homenajeado en compañía de
Rafael López Somoza.
El divertimento
satisface a unos y aburre a los menos. Eso sí, se estrena... en los escenarios. Porque recordemos que ya se había publicado dos décadas antes en Buen Humor, reimpreso en El libro del convaleciente y llevado a
la pantalla por Jardiel en 1938 como parte de la serie Celuloides cómicos. Aún dos años
después de esta versión teatral, volvería a aparecer refritado en La Codorniz en cumplimiento del agónico
contrato que Jardiel ha firmado con la revista para paliar su ruinosa situación
financiera.
Gracias a las
reseñas que nos ha remitido Diego Fernández Sández –a quien mucho agradecemos su jardielofilia-
completamos el elenco de faquires Rodríguez que puntúan como ningún otro
personaje la carrera del humorista, desde su periodo auroral hasta su triste
ocaso.
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