lunes, 6 de marzo de 2023

jardiel, arniches y el crimen de cuenca

El protagonista de la tragedia grotesca de Carlos Arniches ¡Es mi hombre!, un pobre tipo que va de oficio en oficio sin beneficio alguno, se descubre, espoleado por el hambre y el orgullo herido, como un matachín terrible que se contrata como jefe de seguridad en el casino del Kursaal Andorra. La comedia fue estrenada con éxito de crítica y público por Valeriano León y Aurora Redondo en 1921. En 1927 el escritor cinematográfico Carlos Fernández Cuenca debuta como director con una adaptación del texto escrita por su buen amigo Enrique Jardiel Poncela. La iniciativa corre por cuenta de Cosmos Film, una productora recién creada y que tendrá un recorrido brevísimo.

Aunque ya por entonces Jardiel hiciera profesión de fe del humor inverosímil, su devoción por el sainetero alicantino siguió inquebrantable con el paso de los años. Le seduce, no obstante, la intención de realizar de una cinta experimental en la que el humor funcione como recurso expresivo que contrapuntee las imágenes y no dependa del diálogo teatral, así que desmantela la breve acción del sainete, recurre a las acciones paralelas para proporcionar dinamismo a la trama y presenta a los personajes en sus propios entornos y en exteriores naturales. Prescinde así de la escena inicial en la que Leonor (Carmen Redondo) intenta hacer con poca fortuna un trajecito de comunión y la presenta como una romántica, apasionada de las novelas por entregas, ante la que se materializa un galán decimonónico. Varias escenas buscan hibridar el sainete con la modernidad, de ahí la decoración del apartamento de Sole (Rosario Velázquez) o la actuación del jazz band y una frenética bailarina en el Kursaal Andorra. Por su parte, Fernández Cuenca recurre en ocasiones a algunos de los recursos del cine de vanguardia que admira: véanse si no el atropello de don Antonio (Manuel Montenegro) y los primeros planos que preceden al intento de violación de Leonor por parte del Pollo Botines (Felipe Fernansuar).

La cinta se rueda en la primavera de 1927 y se pasa en pruebas para el equipo y la prensa en el cine Royalty de Madrid el 12 de julio. La mayoría de las reseñas apuntan entonces al riesgo que se ha corrido al prescindir de la mayoría de los intertítulos que debían trasladar al espectador la comicidad del texto teatral. El crítico de ABC lo menciona como una audacia meritoria, pero Juan Antonio Cabero “Jack” opina en Heraldo de Madrid que resultan insuficientes y que obligan a los intérpretes a un tour de force mímico.

La inexperiencia del director y la bisoñez de la productora empuja a esta a posponer el estreno y a encomendar a Fernández Cuenca que recupere parte del texto de Arniches y realice algunos arreglos en la compaginación. Al parecer, este nuevo montaje es el que se estrena en el teatro Bretón de Salamanca durante las Navidades de ese año. En enero de 1928 llega definitivamente en Madrid, aunque el público no parece muy interesado en ella ya que sólo permanece en cartel una semana. Jardiel, que estaba en desacuerdo con el resultado final y con la actitud —a su parecer entreguista— que había adoptado su amigo y cómplice, se referiría ya siempre a ¡Es mi hombre! como “el crimen de Cuenca”.