miércoles, 11 de enero de 2023

dos humoristas en las memorias del exiliado josé venegas

Un atento corresponsal nos envía este extracto de las memorias del escritor y periodista José Vengas, que coincidió con Tono en El Liberal, cuando este se incorporó como dibujante al diario en 1920 a instancias de Ramón Gómez de la Serna:

Tono fue el caricaturista del periodico durante aquel periodo. Buen mozo, dotado de ingenio y de impavidez, era un tipo divertido. Recuerdo un cartel que dibujó y redactó dando cuenta de la inauguración de una iglesia. Decía aproximadamente: "Gran acontecimiento. El domingo tal inauguración del magnífico templo X. Doce curas, doce. Magníficas sobrepellices. Misas cantadas a gran orquesta. Doce curas, doce. Calefacción central. Reclinatorios acolchados. Doce curas, doce". Y seguía el cartel, que terminaba en esta forma: "Hostias calientes a todas horas". Luego, durante la guerra, se dedicó a servir al franquismo, y no se lo que habrá sido de él. Los franquistas fusilaron a quien le sucedió en El Liberal; Fernando Perdiguero, "Menda". [José Venegas López: Andanzas y recuerdos de España. Sevilla: Renacimiento, 2009, pág. 155.]

La anécdota parece -como muchas de las que se atribuyen a Tono- apócrifa, pero habla bien a las claras de un momento en que la corrección política aún no ponía límites al humor.

En cuanto a Fernando Perdiguero Camps, recordemos que sufrió dos condenas a muerte tras la Guerra Civil que se le conmutaron por trabajos forzados. En 1942 obtuvo el indulto y se incorporó como redactor-jefe a La Codorniz, donde siguió trabajando hasta su fallecimiento en 1970. Eso sí, nunca pudo volver a utrilizar el seudónimo con el que había destacado durante la dictadura de Primo de Rivera y la República. De todos modos, Chumy Chúmez juzgaba que la inserción de Perdiguero en La Codorniz no fue todo lo idílica que pudiera parecer:

Había muchos humoristas que habían perdido la guerra, incluso dentro de la redacción de La Codorniz, y cuyos nombres no podían aparecer impresos en la revista, que [...] hubiesen preferido seguir haciendo el humor crítico de la libertad que habían perdido con las armas en la mano. El redactor jefe de La Codorniz estuvo condenado a muerte durante un infinito número de años en el penal de El Dueso y su seudónimo, Menda, no pudo volver a mencionarse al terminar la guerra. [Chumy Chúmez: Ser humorista. Madrid, Fundación Universidad Empresa, 1988, pág. 42.]