viernes, 4 de noviembre de 2022

cuando hollywood estuvo en el palacio de la prensa

Yo quiero que me lleven a Hollywood (Edgar Neville, 1931) es un mediometraje con ínfulas de largo rodado a empellones por la iniciativa intermitente de la empresaria y pionera de la dirección cinematográfica femenina en España, Rosario Pi. Película de debuts –la productora Star Films, Neville como director en España-, en ella hacen sus primeras apariciones en la pantalla el barman Perico Chicote y el dibujante Enrique Herreros, compañero de La Codorniz en la siguiente década, que realiza entonces la publicidad de Filmófono y tiene su estudio en el local utilizado como improvisado plató.

 

 Foto: Macasoli, en Tararí, núm. 62, 7 de abril de 1932.

De la película se conservan la partitura –la canción se hizo al parecer bastante popular- y unas curiosas imágenes de su rodaje en el Palacio de la Prensa, en las que aparece el charlista Federico García Sanchiz rodeado por un grupo de bellas aspirantes a estrellas. Por eso tiene especial valor la reseña de un crítico de excepción: Carlos Morla Lynch. Morla fue el encargado de Negocios de la embajada de la embajada de Chile en España desde 1928. Procedía de París, donde alternaba los ambientes diplomáticos con los artísticos y mantuvo amistad con Jean Cocteau, André Gide o Darius Milhaud. En España intima con todo el poeterío del 27, con especial querencia por Federico García Lorca, Luis Cernuda y Manuel Altolaguierre. Pero también se relaciona con la "intelectualidad" alegre y sofisticada de la época, donde caben Agustín de Figueroa o el propio Neville.

El 21 de junio de 1932 anota en su diario:

Hemos ido a ver en días pasados, con Federico e Isabel Dato, su film -Yo quiero que me lleven a Hollywood-, en el que actúa Santiago Ontañón. Es admirable si se consideran los escasos elementos con que ha contado para realizarlo. Pero tiene un ambiente norteamericano que le resta originalidad. Santiago Ontañón está incomparable en el papel de "jefe de Casa de Modas para caballeros". Exposición de calzones en combinación con camisetas de una comicidad irresistible. Los períodos en que figura nuestro amigo son los mejores de la película, y, precisamente, los que no han ocasionado gastos crecidos. Las escenas que han exigido inversiones importantes de dinero son, en cambio, las menos bien logradas. Para que puedan surtir efecto esas fastuosas concepciones estilo Folies Bergères es indispensable desplegar un lujo extraordinario, aplastante, imposible de realizar si no se cuenta con medios suficientes para hacerlo. Han triunfado allí donde no ha sido necesario invertir muchas pesetas, allí donde se ha impuesto Edgar Neville con su ingenio y Ontañón con su gracia espontánea. [Carlos Morla Lynch: En España con Federico García Lorca. Sevilla: Renacimiento, 2008, pág.271.]

El fin de fiesta, en casa de los Morla, con Gustavo Pittaluga, Lorca, Ontañón, Neville y, su mujer, Ángeles Rubio Argüelles, a la que el diplomático llama "la condesita" y de la que dice que "tiene la mar de gracia y un esprit muy femenino".

Otra de las críticas más perspicaces de la cinta fue la escrita por Sebastià Gasch, que también incide en la hilaridad que provoca el pase de modelos:

Este filme es un puro pretexto para exhibir, vestidas y desvestidas, de cara y de perfil, las señoritas ganadoras. se trata, pues, de una especie de revista, cuyas escenas desnudas tienen ninguna relación, o casi ninguna, entre ellas. Ahora que, desde el punto de vista de realización, este filme es del mejorcito que nos ha dado hasta ahora la cinematografía española. Se observa una movilidad de la cámara, una multiplicidad de ángulos, una fotografía excelente, en general, una inteligencia que los filmes españoles no habían sabido todavía demostrarnos.
Todos los elementos que intervienen en la confección de la película han sido elegidos con evidente preocupación por la fotogenia. Todos los elementos elegidos son netamente fotogénicos: muebles metálicos, mostradores de bar, cocteleras en primerísimo plano, muslos de chicas con brillos de níquel... Pero si cada imagen es un pequeño poema fotogénico, la sucesión de estas imágenes no debe sabido encontrar el ritmo capaz de ordenarla, y el filme se resiente de cierta carencia de ligazón.
El guión tiene hallazgos cómicos conseguidísimos. Se ve que el filme ha sido dirigido por el estupendo humorista que es Edgar Neville. Daremos algunos ejemplos. Las primeras escenas nos hacen asistir a una exhibición de modelos en una casa de modas. Modelos de uniformes para personajes: obispo diplomático, ministro, etc. Todos estos grotescos individuos, adornados con indumentaria almidonada, el obispo abriéndose la capa como si fuera un abrigo de petit-gris, moviéndose todos ellos con la cadencia propia de las modelos femeninas, producen un efecto irresistible. Luego viene el desfile de modelos de ropa interior masculina: señorones imponentes, con bigotes y barbas del 1900 y calzoncillos largos, déshabillés de unos individuos que parecen haberse evadido de un anuncio de los “emplastos porosos del Dr. Winter” y otros excesos: todo ello exhalando un perfume clínico de cinéma cochon.
Hay gags sonoros remarcables, también. Prueban la voz en tres damiselas y éstas cantan, pero con voz de hombre. Y otros, todavía. Como se ve, se trata de unas chispas de humor que René Clair no se avergonzaría de firmar.
García-Sanchiz ha querido contribuir al éxito del filme con una de sus “charlas líricas”. No y ha nada tan anticinematográfico como una conferencia. Pero aquí esta tara ha sido endulzada y disimulada haciendo alternar las imágenes del conferenciante, visto de cara, de espaldas y de perfil, con imágenes de la audiencia —las girls— tomadas también desde los ángulos más variados. Muy inteligente. Muy hábil, como se ve.
La presentación del filme es modernísima y de muy buen gusto. No podemos decir lo mismo de la sonorización, hecha a posteriori, que no corresponde con el movimiento de los labios y que, además, es completamente ininteligible. [Sebastià Gasch: “Kursaal: Yo quiero que me lleven a Hollywood”, en L’Opiniò, 17 de abril de 1932, pág. 6.]

Neville evitaba incluirla en su filmografía. Poca gloria podía aportarle esta película hecha de retazos que se sonorizó en París con un sistema de discos sincronizados y a la que el crítico Juan Piqueras no dudó en calificar de “pornografía” levemente encubierta. El resto de los críticos tacharon a la película de inmoral o, en el mejor de los casos, de infortunada aventura en un momento en que el cine sonoro español pretendía alzar el vuelo.

Yo quiero que me lleven a Hollywood (Edgar Neville, 1931)

Productora: Star Films (ES). Guión original: Edgar Neville. Fotografía: Agustín Macasoli.Decorados: Fernando Mignoni. Muebles: Rolaco. Vestuario: Lacoma, Jerome, Ángel. Música: Luis Patiño. Sonido: Sistema Seletone (postsincronizado). Intérpretes: Perlita Greco (la estrella), Federico García Sanchiz (el conferenciante), Antonio Robles (el amigo), José Martín (el maestro), Santiago Ontañón (el modisto), Julia Bilbao, Emilia Barrado y Ángeles Somavila (las aspirantes a estrellas), con la colaboración de Enrique Herreros, Perico Chicote y Manuel Vico.
Rodaje: Sótanos del edificio de la Asociación de la Prensa en Madrid, Plaza del Callao. Estreno: Madrid, Cine Callao, 20 de junio de 1931.
56 min. B/N. Postsincronizada.

miércoles, 26 de octubre de 2022

francisco lópez rubio, maestro de la historieta

Una tira de Francisco López Rubio para la serie "Maestros de la Historieta", que publicaba el diario El Sol en su última págna. Ésta corresponde a la edición del 21 de abril de 1931.

lunes, 11 de julio de 2022

juan pardo e ivana pasan de la codorniz


Si Ivana y Juan Pardo van al quiosco cada semana no es para comprar La Codorniz, sino la revista musical Mundo Joven, donde el musiquero José María Íñigo les ha prometido publicar sus retratos. Ella ya tuvo una oportunidad discográfica y la cosa no fue bien y él ha viajado desde su Galicia natal para abrirse camino en Madrid como cantautor, aunque para sobrevivir en la capital se preste a tocar la guitarra con Los Ángeles. Estos están empeñados en arrebatarles el cetro de reyes de la música pop a los Fórmula V. Por el camino, toda la fauna que se mueve en torno a la música juvenil: disc-jockeys, promotores, ejecutivos de casas discográficas, propietarios de salas de fiestas... Tal es el argumento de A 45 revoluciones por minuto (Pedro Lazaga, 1969).


Bueno, pues sí Ivana y Juan Pardo se hubieran fijado en la esquina superior del quiosco, junto a la revista El Mueble, se habrían dado cuenta de que La Codorniz publicaba en su número 1441, fechado el 29 de junio de 1969, un extra dedicado al "humor político" en cuya portada Julio Cebrián caricaturizaba a todo el gabinete ministerial sobre el que gravita la situación española formando un gran interrogante, Estamos a pocos días de que Franco nombre a Juan Carlos de Borbón como su sucesor en la jefatura del Estado y de que estalle el escándalo Matesa, que se llevará por delante a Manuel Fraga y a Fernando María Castiella, los ministros "aperturistas" del régimen. Pero la juventud estaba a otras cosas, como bien untuían los creadores de Hermano Lobo.

martes, 19 de abril de 2022

tono en chamartín

Popular Film, núm. extraordinario, 31 de enero de 1936

En 1935 se constituye la empresa Industrias-Cinematográficas Españolas, S.A., apoyada económicamente por Tomás de Bordegaray y José de Ormaechea, vinculados al Banco de Vizcaya. En noviembre de ese año se inauguran las instalaciones de los Estudios Cinematográficos Chamartín con asistencia de las autoridades locales, gentes del mundo del espectáculo y Perico Chicote, “el barman de la cinematografía”, que ameniza la velada con un opíparo lunch.

El trabajo en los estudios no arrancará hasta un par de meses más tarde, pero el equipo está ya cerrado. Bernardo de la Torre (el del sillón de la izquierda), el hermano de Claudio, ejercerá de director gerente, y al cargo de diversos departamentos estarán varios veteranos de las producciones hispanas de la Paramount en Joinville-le-Pont, como Fernando G. Toledo (sentado en el suelo, tercero por la derecha) y Pedro Bravo Laguna. Entre los técnicos franceses incorporados al proyecto, el ingeniero de sonido Roger Cosson y el montador Jean Mondollot. El director musical es el prestigioso compositor Gustavo Pittaluga, miembro oficioso de la generación del 27, casado con la actriz Ana María Custodio.

Antonio de Lara, nuestro Tono, es designado director artístico de los estudios, vale decir creador de la imagen de marca. Ahí está, sentado en el suelo, tercero por la izquierda, con el resto del equipo Chamartín.

martes, 22 de febrero de 2022

el adulador herrerosiano

Emparedada entre El pisito (1958) y El cochecito (1960), las dos primeras colaboraciones en España de Marco Ferreri con el codornicista Rafael Azcona, Los chicos ( 1959) suele pasar injustamente desapercibida. Con guión de Leonardo Martín, que venía de colaborar en Calabuch (Luis G. Berlanga, 1956), Los chicos tiene un perfil menos afilado que las dos cintas azconianas, pero es una muy apreciable aproximación a la inane vida de unos chicos de barrio. 

Ferreri se muestra un poquito más humano con sus personajes, lo que no quiere decir ternurista, y aprovecha el registro costumbrista para colar de matute algunos apuntes postneorrealistas. Sus logros, no obstante, quedaron oscurecidos por la pobre calificación oficial, que impidió el estreno normalizado. Con los años, se ha visto también perjudicada por las comparaciones no sólo con la virulencia del humor corrosivo del que hacían gala sus películas azconianas, sino con Los golfos (1959), el debut de Carlos Saura, con la que comparte algunos motivos argumentales.

Andrés, Carlos y El Negro, todos con sus sueños de adolescentes, se reúnen habitualmente en el quiosco de prensa en el que se pasa la vida El Chispas. El lugar propicia la aparición en pantalla de semanarios de información general, revistas de cine y tebeos... todo lo que conforma el imaginario cotidiano de los chavales. Y entre tal despliegue de prensa no podía faltar, desde luego, La Codorniz de nuestros pecados. En concreto el número 929, correspondiente al 6 de septiembre de 1959. Como el visitante tiene a la vista el dibujo de Herreros nos limitaremos a citar su título "El adulador" y a reproducir su pie: "¡Qué bien sabe usted hacer las oes con un canuto, señor director!".