jueves, 24 de julio de 2014

peliche ozores



"La gracia del Gijón era que nos juntábamos mucha gente distinta. De repente aparecían pintores, aparecían toreros, aparecían poetas, aparecían… bueno, ya sabes, toda la gente que iba al Gijón. También por la cosa del Gijón y del teatro conocí a Gila y a los Ozores, que eran unos locos fantásticos.

Yo había hecho debutar a Elisa Montes en aquel grupo mío, y Elisa me presentó a Antonio, que era su novio, y Antonio me presentó a sus hermanos, Mariano y José Luis, Peliche, y en el lote venía su madre, doña Luisa Puchol, porque iban con su madre a todas partes.

Doña Luisa era una señora muy ancha que fumaba puros y tenía un moño descomunal y un bigote más o menos como el mío. Presidía la mesa del Gijón y alrededor se sentaban sus hijos y los amigos de sus hijos. José Luis era entonces el que más dinero ganaba. Se había comprado un apartamento en el edificio España, y cuando nos echaban de la terraza del Gijón o de los cabarés íbamos allí y jugábamos durante horas a doblar películas antiguas, que era lo que más le gustaba a José Luis. Tenía un proyector de dieciséis milímetros, un magnetofón y un montón de películas mudas, del oeste, de amor y celos, de aventuras, de gente perversa, de todo. Ponía una película y teníamos que doblarla. Hacíamos cada uno un personaje y decíamos lo que se nos ocurría. Da igual lo que fuera: tenía que ser gracioso y, sobre todo, encajar. Por aquellas sesiones pasó medio Café Gijón. La gente más dispar: Gila, Tip, Coll, Buero Vallejo, que hacía la música con la boca; Alfonso Paso, que hacía los ruidos; Gustavo Pérez Puig, que era un experto en imitar tormentas, Jesús Franco, Juanjo Alonso Millán, que había estrenado una comedia de humor negro, El cianuro solo o con leche… Y, en un par de ocasiones, Luis Berlanga."

Manuel Ruiz Castillo en:
Marcos Ordoñez: Ronda del Gijón - Una época de la historia de España.
Madrid, Aguilar, 2007. p. 110.

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