jueves, 1 de diciembre de 2016

humor del 27



Humor del 27, como si del calibre de un obús se tratara. Humor que hizo ¡pum! en el periodo de entreguerras, cuando vanguardia era término polivalente, que lo mismo servía para un roto castrense que para un descosido artístico.

Humor del 27 destilado en una revista del 41: La Codorniz. Por allí anduvieron Wenceslao Fernández-Flórez, Enrique Hereros, Edgar Neville, Jacinto Miquelarena, Alvarito de Laiglesia… Pero a nadie se le ocultaba que la medular, como dicen los gacetilleros del balompié, estaba conformada por Miguel Mihura y Tono, mano a mano.

Ahora, Diminuta Editorial, documenta su encuentro gráfico en Tono / Mihura: Humor del 27.

Si abrimos el libro por una parte descubrimos la obra como dibujante de Mihura. Ya habíamos tenido oportunidad de acercarnos a ella en el volumen de Prosa y Obra Gráfica que editó en 2004 Cátedra con motivo de su centenario, pero aquí aparece exenta, limpia de adherencias literarias, en lo que de torpe o amanerado pueda haber en esas primeras viñetas que aparecieron en las páginas de Muchas Gracias en 1924 y en el salto colosal que se produce en Gutiérrez a partir de 1927, cuando no sólo abandona las influencias k-hitescas en sus monos, sino que los pies empiezan a transitar por la senda de lo inverosímil.

Las andanzas del “Perro Trespelos” presentadas en la revista infantil El perro, el ratón y el gato, dirigida por Antoniorrobles, nos sitúan ya en un mundo tan surreal como pueril –tomada esta palabra en su acepción más noble, sin connotación despectiva alguna- a caballo entre el universo onírico de la Krazy Kat de George Herriman y lo que cuatro décadas después propugnará Javier Mariscal con sus Garriris.

Pero si entramos al libro por la otra puerta, nos encontraremos con la obra gráfica de Tono, antologada tantas veces por él mismo o por sus allegados: 100 Tonerías, Automentirobiografía, Con la lengua fuera, Antología 1927-1977… Su estilo atemporal le permitió reciclar viñetas o pies sin apenas cambios durante cinco décadas. La oportuna ordenación del material nos permite asistir a la evolución desde el art déco de sus portadas para Nuevo Mundo al depurado estilo geométrico que ya impera en sus colaboraciones en Buen Humor, la revista dirigida por Sileno en la que se encontraron los miembros del grupo que en 1927 -fecha capital en la historia del precodornicismo- fundaron Gurtiérrez.

Antes de reunirse en el San Sebastián de la retaguardia con Mihura y alumbrar ese ente bicéfalo y cuadrumano apodado capicúamente Tomi-Mito, Tono pasa por un periodo escultórico-decorativo en el que confecciona animales a partir de piezas únicas de latón o chapa. La versión infantil de estos trabajos tridimensionales se conoció en España como “El Arca de Noé” y fue harto popular entre la chiquillería cuyos padres compraban el semanario Crónica. También este paréntesis queda debidamente documentado en esta edición.

En el centro, como esas figuras de la baraja francesa aquejadas de simetría diagonal, Tono y Mihura, Mihura y Tono, se dan la mano en La Codorniz con un estilo tan idéntico que ya es único. Mihura abandona el dibujo cuando deja la dirección de la revista en 1944. Tono sigue dibujando y escribiendo hasta el fin de su vida. Algunas viñetas extraídas de su Automentirobiografía documentan esta evolución.

La reproducción en blanco y negro, en especial en las portadas de Nuevo Mundo o en las viñetas de Gutiérrez, resulta particularmente dolorosa, aunque esta carencia queda compensada por el precio del libro, que, suponemos, se hubiera visto notablemente incrementado de recurrir al color. Dicho esto, la calidad de las reproducciones es excelente y sólo flojea cuando, como en el caso del diario Unidad, los ejemplares conservados no permiten mayores florituras.

La edición está al cuidado de Jaume Capdevila, que realiza los estudios biográficos de los dos antologados, merced a una concienzuda labor de destilación de las fuentes bibliográficas disponibles al tiempo que repasa la trayectoria de dos técnicas de dibujo que se fraguaron en la mímesis de los maestros de su tiempo para confluir en un estilo único y confundible durante la Guerra Civil. Además de su labor como humorista gráfico con el nombre de “Kap”, Capdevila ha profundizado en la historia de este menester en España. En esta faceta queremos destacar la coordinación de sendas monografías dedicadas a las más importantes publicaciones satíricas editadas en Cataluña a caballo de los siglos XIX y XX: Cu-Cut y L’Esquella de la Torratxa.

El epílogo de Forges es una página de sentido homenaje de uno de los maestros del boom de los 70 a quienes configuraron el humor español del siglo XX. Asomarse a él en el XXI supone un ejercicio sin duda beneficioso para el lector intrépido, que verá cómo aquella parte de su cerebro consagrada al humor se le pone saludable y robusta cual ama de cría pasiega.

Jaume Capdevila (ed.):
Tono / Mihura: Humor del 27
Diminuta Editorial, Barcelona, 2016.
ISBN: 978-84-942399-8-4
Edición bilingüe catalán / español. 224 págs.


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