domingo, 29 de diciembre de 2019

la cuarta reencarnación de la codorniz

 Fotografía ABC, 16 de marzo de 1978, pág. 99.

La cuarta y última reencarnación de La Codorniz llegó a los quioscos el 19 de marzo de 1978 con la dirección de Juan Fermín Vílchez, coordinada por Máximo y Cándido y con una nueva apariencia de tabloide, cercana a Le Canard Enchainé francés. Sus páginas se revitalizan con el humor abstracto e intelectualizado de Ops y Máximo, con la eliminación del erotismo y con un decidido empuje al periodismo de opinión. La postrera etapa de La Codorniz cuenta con firmas notables: dibujan Mingote y Martinmorales, y escriben Vicent, Raúl del Pozo, Ángel Sánchez Harguindey, Felipe Mellizo y hasta el cantante punk y fenómeno contracultural Ramoncín. Pero los lectores están asistiendo a los últimos estertores del semanario. Tras la desaparición de Vílchez, Cándido será el último director de una Codorniz que ya no quiere ni reconocerse a sí misma. Tres meses después aparece en los quioscos el último número —definitivo, ahora sí que sí— de «la revista más audaz»: el 1898, del 17 de diciembre de 1978. España se endominga para el refrendo popular de su nueva Constitución, la primera en casi setenta años. Treinta y siete de ellos los ha vivido La Codorniz.

El nuevo pájaro se ha presentado por todo lo alto en la discoteca capitalina Emmanuelle con asistencia de gentes tan variopinstas como Lázaro Carreter, Susana Estrada, José Bódalo o Libertad Leblanc. Eduardo Haro Ibars traza en Triunfo [núm. 793, 8 de abril de 1978, pág. 65.], al modo de Grosz, este lúcido apunte de lo que supone el evento:
La Codorniz pone huevos...  y, además, son de Pascua. La Codorniz, viejo órgano de la prensa de humor, aparecida en una época posbélica en la que el humor era un animal subversivo o tenía que disfrazarse de sainete, y que supo capear el temporal represivo ofreciéndonos, en sus primeros años, una alternativa surrealista a la grisura uniformada de la España Imperial. Luego ha ido pasando por decadencias producidas por el cambio de maquillaje, de línea y de todo. Y ahora, remozada, nos ofrece un regalo de Pascua: una nueva La Codorniz disfrazada de periódico, demasiado parecida —dirán algunos— a su colega francés y emplumado Le Canard Enchaîné, pero con ramalazos celtibéricos de sangre y arena.

El martes día 28, la nueva La Codorniz hizo su presentación oficialísima en un club de la calle Capitán Haya —ésa que recomiendan para los que buscan chicas— llamado Emmanuelle. Presentación mundana, donde acudió todo el mundo; y sí subrayo esta última frase es para recalcar que no es una frase hecha; que estaban allí, desde Carlos Saura hasta el doctor López lbor, pasando por Alfredo Amestoy. Y, desde luego, toda la prensa de Madrid. La discoteca —bastante amplia— estaba llena hasta los topos. La presentación del nuevo engendro humorístico corrió a cargo de Fermín Vilches, Máximo, Martinmorales, etcétera..., plana mayor de La Codorniz reconstituida. Se hicieron preguntas jocosas, a las que los colaboradores respondieron con la gravedad y tristeza que caracterizan a los humoristas.

Después de la brillante actuación de los genios del humor, actuó ese genio del crimen que se llama Ramoncín. No se le escuchó nada; el equipo de sonido era tan malo, defectuoso y estropeado, que se consiguió casi el nivel auditivo de un verdadero concierto punk. Además, como el escenario era muy pequeño, Ramoncín no pudo moverse demasiado, fue una pena. De todas maneras, el señor Fraga —sentado en primera fila— se fue a la primera canción, suponemos que indignado; aunque no oyó la letra subversiva del nuevo ídolo de masas, debió imaginarse por sus gestos y actitudes que aquello estaba muy lejos del centro-derecha que su partido preconiza.

El fenómeno Ramoncín es muy curioso: gusta a todo el mundo, incluso a los pocos punk verdaderos. Pero su público lo tiene, sobre todo, entre la clase media más o menos intelectual. Detrás de mí, un ejecutivo de cuarenta años, encorbatado y de traje, no cesaba de gritar enardecido: "Ramoncín, eres un genio". Y una anciana señora pelicana le decía a su marido o acompañante, pelicano también: "¿No es adorable?".

Ha sido un acierto por parte de La Codorniz fichar a Ramoncín para sus filas. Ambos medios de comunicación —Ramoncín es un medio en sí mismo— se dirigen al mismo público: un sector social bienpensante y lleno de buenas intenciones, que se pretende progre y que desea, de una manera suavemente masoquista, que lw sacudan de vez en cuando y que le peguen con un látigo, aunque, eso sí, sin hacerle daño.

sábado, 28 de diciembre de 2019

la codorniz en cinta 7


28/12/2019 sábado 20:00h Doré sala 2
Ciclo: La Codorniz en cinta. Verbena (Edgar Neville, 1941), Rosa de África (José López Rubio, 1941) y Se vende un tranvía (Juan Estelrich, 1959), con guión de Rafael Azcona. Sesión celebratoria del 120 aniversario del nacimiento de Edgar Neville.
La auténtica joya escondida de la serie es Verbena. La cinta cuenta a priori con varios palos en sus ruedas: su escasa duración —apenas treinta minutos—, el pie forzado de las canciones que debe interpretar Maruja Tomás y lo exiguo del decorado de una feria madrileña que Pierre Schild monta en los estudios Orphea, cuando aún está en la memoria de todos el soberbio trabajo de Fernando Mignoni para La verbena de la Paloma. Toda la acción tiene lugar en esta feria de barriada, donde encontramos todos los tipos esperables: el del puesto de la fuerza, el tragasables, la del tiro al bote, el comefuegos, el que vende bigotes postizos... Solo falta la «mujer cañón», que debe interpretar una gorda inmensa. El ayudante de dirección localiza en el barrio chino barcelonés a una prostituta de ciento sesenta kilos que cobra dos duros por servicio. Le ofrecen por salir en la película el equivalente a una, dos, tres jornadas de trabajo, pero ella se niega en redondo: «No quiero que mis hijos se avergüencen de mí», corta tajante la licitación.
Aguilar y Cabrerizo: La Codorniz, de la revista a la pantalla (y viceversa). Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2019.

viernes, 20 de diciembre de 2019

la codorniz en cinta 6


20/12/2019 viernes 17:30h Doré sala 1
Ciclo: La Codorniz en cinta. Duerme, duerme, mi amor (Francisco Regueiro, 1975)
La película cuenta la historia de un matrimonio formado por Mario (José Luis López Vázquez) y Amparo (María José Alfonso), en un esperpento sin concesiones —de «comedia bárbara» la califica Barbáchano— con ribetes de crueldad inusitados y una visión de las relaciones personales —no solo de pareja— que cae abiertamente en un nihilismo muy próximo a la despojada obra como humorista gráfico de Regueiro. La mixtura de amour fou de cepa surrealista y casticismo queda perfectamente expresada durante los títulos de crédito con la inclusión del himno del gipsy rock Te estoy amando locamente interpretado por Las Grecas.
Aguilar y Cabrerizo: La Codorniz, de la revista a la pantalla (y viceversa). Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2019.

jueves, 19 de diciembre de 2019

miércoles, 18 de diciembre de 2019

la codorniz en cinta 5


18/12/2019 miércoles, 19:30h Doré sala 1
Ciclo: La Codorniz en cinta. La niña de luto (Manuel Summers, 1964)
El segundo largo de Summers surge del episodio que queda fuera de Del rosa... al amarillo. Para dotarlo de densidad cuenta con la colaboración de su avalista Tico Medina, de su hermano Francisco y de dos compañeros de la Escuela de Cine, Pilar Miró y Bernardo Ballester. La fórmula es la misma a la que recurrirá una y otra vez a lo largo de su carrera: dosis de humor agridulce, ternura, infancia y actores poco conocidos o, directamente, no actores; consecuencias de la polvareda levantada unos años antes por el neorrealismo.
Aguilar y Cabrerizo: La Codorniz, de la revista a la pantalla (y viceversa). Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2019.

domingo, 15 de diciembre de 2019

la codorniz en cinta 4



15/12/2019 domingo, 20:00h Doré sala 2
Ciclo: La Codorniz en cinta. El hombre que viajaba despacito (Joaquín Luis Romero Marchnet, 1957), protagonizada y escrita por Miguel Gila
Sin embargo, el tiempo se encargará de poner las cosas en su sitio. La modestia de la producción no casa mal con la humildad del planteamiento narrativo. En cambio, hay ambición en la amplitud del reparto —extenso hasta para una película coral española de la década de los cincuenta— y en el intento de homogeneizar un generoso espectro de registros cómicos. Todo ello basado en la creación de un personaje entre pícaro y burlesco que se ajusta como un guante a la máscara del Gila caricato. Los monólogos —esa clase teórica sobre conducción de carros de combate en la que el tanquista se ve obligado a elegir entre atropellar a un niño o a una anciana— y las situaciones que parecen extraídas de una viñeta ganan inesperada viveza y agilidad en su traslación a la pantalla. El hombre que viajaba despacito es uno de los más claros ejemplos de cierto codornicismo cinematográfico. Personal e intransferible, eso sí.

Aguilar y Cabrerizo: La Codorniz, de la revista a la pantalla (y viceversa). Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2019.

viernes, 13 de diciembre de 2019

la codorniz en cinta 3

 
13/12/2019 viernes, 20:00h Doré sala 2
Ciclo: La Codorniz en cinta. Mi adorado Juan (Jerónimo Mihura, 1949), con guión y supervisión artística de Miguel Mihura
Encuadrar a Mihura —como a Neville— en las corrientes realistas sería tan estéril como adscribirlo al surrealismo. Mi adorado Juan tiene una construcción tan artificiosa como sus películas policiacas y, sin embargo, se produce un deslizamiento hacia la comedia humana, en un movimiento novedoso en Mihura, que prefigura la evolución de su teatro en la siguiente década. Los vanguardistas españoles de los años veinte —y, por esta vez, incluiremos a los humoristas en dicho grupo— realizan a principios de los años treinta la conversión urgidos por la polarización política . Tanto el fascismo como el comunismo reclaman el compromiso inmediato. Pero Mihura —individualista recalcitrante— solo entiende el compromiso con uno mismo... y acaso con los espectadores que pasan por taquilla.
Aguilar y Cabrerizo: La Codorniz, de la revista a la pantalla (y viceversa). Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2019.

martes, 10 de diciembre de 2019

la codorniz en cinta 2


10/12/2019 martes, 17:30h Doré sala 1
Ciclo: La Codorniz en cinta. La donna scimmia (Se acabó el negocio, Marco Ferreri, 1963), escrita por Rafael Azcona.
Durante la negociación para que María haga striptease en un club parisino el empresario insiste: «Ah, l’argent! L’argent!». He aquí el quid, el meollo, el intríngulis. Al contrario de lo que afirma el título español, el negocio no se acaba. Azcona y Ferreri exponen claramente a lo largo del relato que todas las relaciones son económicas. Antonio pide a María el dinero que esconde bajo el colchón para poder pagar el árbol donde ella tendrá que hace de mujer-mona; la urge a realizar su papel porque cuanto antes empiecen antes recuperará su inversión; la supuesta investigación científica —que no busca otra cosa que la desfloración de un monstruo— se trata en términos de compensación empresarial; cuando María se marcha quiere llevarse su maleta y su cartilla de ahorros, y cuando Antonio intenta recuperarla ofrece un donativo a las monjas. El sacristán de la capilla a la que van a rezar por la salud de su futuro hijo exige un nuevo óbolo.
Aguilar y Cabrerizo: La Codorniz, de la revista a la pantalla (y viceversa). Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2019.

viernes, 29 de noviembre de 2019

la codorniz en cinta 1


29/11/2019 martes, 19:00h Doré sala 1
Ciclo: La Codorniz en cinta. Café de París (Edgar Neville, 1943), protagonizada por Cochita Montes. Recuperada por Filmoteca Española y Filmoteca de Zaragoza.
Presentación de La Codorniz. De la revista a la pantalla (y viceversa), por los autores y Carlos F. Heredero.
Filmoteca Española retoma su política de publicaciones con la edición, en colaboración con Cátedra, de La Codorniz. De la revista a la pantalla (y viceversa), una investigación de Aguilar y Cabrerizo en torno al modo en que los humoristas más inquietos de los años veinte del pasado siglo —Edgar Neville, Enrique Jardiel Poncela, Enrique Herreros, Tono y Mihura…— dieron en cineastas en los treinta y los cuarenta, al tiempo que creaban “la revista más audaz para el lector más inteligente”. En su redacción se fraguó una nueva quinta de escritores y dibujantes —Rafael Azcona, Mingote, Chumy Chúmez, Regueiro, Summers…— que, a su vez, pasaron tras las cámaras para realizar el cine más corrosivo de los sesenta y setenta. Cincuenta años, en fin, de cintas que conjugaron todas las declinaciones del humor, del excentrismo total al esperpento, pasando por la parodia y el sainete. Una risueña selección de las mismas dará cuenta de todos estos registros y poblará de carcajadas las salas del Doré durante el mes de diciembre.

domingo, 24 de noviembre de 2019

la codorniz en cinta


El viernes, 29/11/2019, presentamos en el Doré, acompañados por Carlos F. Heredero, La Codorniz, de la revista a la pantalla (y viceversa), ensayo enciclopédico del que, después de tres años de gestación y ¡doce! de parto, Cabrerizo y Aguilar somos orgullosas madres. Cátedra y Filmoteca Española son las comadronas.
Este volumen es el resultado de una investigación auspiciada por Filmoteca Española sobre las fecundas relaciones entre el semanario humorístico La Codorniz (1941-1978) y el cine, del que tanto los creadores de la revista como los humoristas que se criaron a sus pechos fueron nombres punteros. Basta enumerar en el primer grupo a la denominada otra generación del 27: Edgar Neville, los hermanos Jerónimo y Miguel Mihura, Tono, José López Rubio y Enrique Jardiel Poncela, a los que se suman Ramón Gómez de la Serna  y Wenceslao Fernández Flórez como padres putativos. Este movimiento centrípeto cuajó en junio de 1941, fecha de fundación de La Codorniz, pero se llevaba fraguando desde mediados de los años veinte, fecha en la que todos coincidieron en las revistas del nuevo humor de avanzada. Fruto de tal cosmopolitismo fue la incursión de la mayor parte de ellos en un Hollywood que por aquellos días echaba a andar el cine hablado sin haber resuelto aún técnicas como el doblaje o el subtitulado. El periplo de todos ellos en el campo del periodismo, la literatura, el teatro y, por supuesto, los más variados aspectos de la industria del cine, supone un capítulo señero de la cultura española del siglo XX. Dos mujeres tienen también lugar destacado en el trabajo, Conchita Montes y la Baronesa Alberta, colaboradoras habituales de la revista en tiempos en que los nombres femeninos quedaban habitualmente relegados a la condición de fabuladoras de intrigas románticas. Ambas ejercieron de humoristas a contracorriente. Pero La Codorniz fue también escuela de humorismo y semillero de cineastas. En sus páginas se formaron Rafael Azcona, Miguel Gila, Antonio Mingote, Francisco Regueiro, Chumy Chúmez y los mismísimos hermanos Ozores. De este modo, el doble vector centrífugo y centrípeto que articula las dos partes de nuestra investigación cubre un espectro amplísimo de la producción española que abarca desde la adaptación de Un bigote para dos (Tono y Mihura, 1940), película perdida que los autores han redescubierto como consecuencia de esta investigación, hasta auténticas bofetadas a la burguesía anhelante de comedias sexy como Pero, ¿no vas a cambiar nunca, Margarita? (Chumy Chúmez, 1978). Como no podía ser de otro modo, parte fundamental de la publicación es el apartado gráfico, con caricaturas de los miembros de la redacción, así como con portadas y viñetas de Herreros, Tono o Summers. Además, el volumen incluye un DVD que incluye una serie de materiales inéditos y que constituyen el complemento audiovisual idóneo para el lector interesado en la cultura popular:
Una aproximación a Un bigote para dos (Tono y Mihura, 1941) 69’
Don Viudo de Rodríguez (Jerónimo Mihura, 1935) 14’
Verbena (Edgar Neville, 1940)  33’
El viejecito (Manuel Summers, 1959) 23’
El corazón de un bandido (Chumy Chúmez, 1970) 6’
Tonto-tour (Víctor Vadorey, 1965) 6’
Amén del baño de codornicismo, en la presentación asistiremos al rescate de la primera comedia de Conchita Montes y Edgar Neville, que en las últimas décadas sólo se había podido ver demediada: Café de París (Edgar Neville, 1943).

Con este título se abre el ciclo La Codorniz en cinta, que también tendrá lugar en el Doré a lo largo de todo el mes de diciembre: ocho sesiones en torno a los títulos más selectos de las diversas declinaciones del humor codorniciano, con introducciones tan eruditas como sabrosas por parte de vuestros codornizólogos de cabecera, según la siguiente agenda:
10/12/2019 martes, 17:30h Doré sala 1
La donna scimmia (Se acabó el negocio, Marco Ferreri, 1963),escrita por Rafael Azcona

13/12/2019 viernes, 20:00h Doré sala 2
Mi adorado Juan (Jerónimo Mihura, 1949), con guión y dirección artística de Miguel Mihura

15/12/2019 domingo, 20:00h Doré sala 2
El hombre que viajaba despacito (Joaquín Luis Romero Marchent, 1957), protagonizada y escrita por Miguel Gila

17/12/2019 martes, 22:00h Doré sala 1
Angelina o el honor de un brigadier (Louis King, 1935), con supervisión y guión de Enrique Jardiel Poncela

18/12/2019 miércoles, 19:30h Doré sala 1
La niña de luto (Manuel Summers, 1964)

20/12/2019 viernes 17:30h Doré sala 1
Duerme, duerme, mi amor (Francisco Regueiro, 1975)

28/12/2019 sábado 20:00h Doré sala 2
La Codorniz en corto: Verbena (Edgar Neville, 1941), Rosa de África (José López Rubio, 1941) y Se vende un tranvía (Juan Estelrich, 1959), con guión de Rafael Azcona. Sesión celebratoria del 120 aniversario del nacimiento de Edgar Neville.
Una vez superado el puente de la Inmaculada, el jueves 12/12/2019 presentamos en La Central del Museo Reina Sofía Tono, un humorista de la vanguardia [Renacimiento, 2019], primera biografía de Antonio de Lara "Tono", maestro del humor a la vista, sin trampa intelectual ni cartón ideológico. En esta ocasión Aguilar y Cabrerizo somos los padres; la madre es la experta tonista Gema Fernández-Hoya. Edita Renacimiento.

Para desengrasar de tanto baño de multitudes, en formato íntimo y en Nakama Lib, nuestra librería favorita de Chueca, el jueves 19/12/2019 la cita titulada Una velada codorniciana con Aguilar y Cabrerizo, a base de Conchita, Tono, Chumy, Edgar, el profesor Azkonvan y los demás.

domingo, 17 de noviembre de 2019

la codorniz al sainete


En Lo que cuesta vivir (Ricardo Núñez, 1958) -adaptación a la Barcelona contemporánea de la tragedia grotesca de Carlos Arniches Es mi hombre-, Leonor (Lolita Sevilla) se dedica a la costura para ayudar a la maltrecha economía familiar que su padre (José Isbert) intenta sostener como hombre-anuncio. El primer y último encargo de Leonor es un traje de marinerito para que el hijo de doña Calixta (María Isbert) haga la comunión. La discusión sobre el trajecito —desestructurado, asimétrico, diríamos hoy— tiene lugar en presencia del padre de la trajicida y un amigo de la familia dedicado a la venta y reparación de organillos y pianista en sus ratos libres (Francisco Camoiras). Léase el diálogo con el pertinente deje chulesco de los hijos del pueblo de Madrid...
—¡Qué monada! ¿Por qué no lo lleva a La Codorniz?
—Chunguitas encima.
—Nada de eso. ¿Qué es? Que no le sienta bien del todo.
—Vamos, que si no fuera por no darle un susto al juez, la cosa era para el juzgado de guardia.

domingo, 20 de octubre de 2019

dos adaptaciones lopezrrubiescas


A pesar de que fue el promotor oficial de la "otra generación del 27" en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, José López Rubio suele ser el gran olvidado del grupo de humoristas formados en las revistas festivas de los veinte, instalados en Hollywood a principio de los treinta -donde López Rubio fue el más activo de ellos-, entregados al cine posibilista en la España de lois cuarenta y decantados por el teatro, la liteartura y el periodismo a partir de los cincuenta. Parte de sus ingresos provenían entonces de la venta de los derechos de adaptación cinematográfica de sus ésitos en los escenarios.

Una madeja de lana azul celeste y La otra orilla, dos comedias de López Rubio, son adaptadas en serie a finales de 1964 por la compañía Agrupa Films, cooperativa productora que intenta abrirse camino con estas traslaciones “de calidad” pero modestísimo presupuesto. López Rubio no interviene en el guión de ninguna de ellas, dirigidas “espalda contra espalda”, que dicen los anglosajones, por José Luis Madrid, cineasta que comenzaba con estas adaptaciones su carrera antes de volcarse en el cine de géneros más comerciales: westerns mediterráneos, terror, krimis y, finalmente, destape. El sistema de financiación oficial es el siguiente: Una madeja de lana azul celeste (1964) tiene un presupuesto de 3.610.000 pesetas de las que la cooperativa aporta en efectivo un millón y medio y otro millón cien mil pesetas en aportaciones de trabajo. El millón restante procede del Crédito Sindical. Por el argumento López Rubio recibiría 166.000 pesetas, en tanto que los guionistas perciben sólo cien mil entre los cuatro, a razón de cinco mil duros por cabeza. El presupuesto global de La otra orilla (1965) no difiere demasiado del anterior, aunque se financia totalmente con el crédito sindical  de 1.050.000 pesetas y tres millones y pico en aportaciones de los cooperativistas hasta alcanzar el monto total de 4.224.588 pesetas. No consta en los datos oficiales ninguna cantidad para el autor original, y los guionistas cobran en conjunto 225.000 pesetas. La realización de ambas proviene de un mismo equipo en el que figuran la actriz Marisa de Leza, ya con una importante carrera a sus espaldas, el argentino Luis Dávila, que había coincidido con el director en La gran coartada (José Luis Madrid, 1963), o el matrimonio formado por Rosita Yarza y José María Seoane, que se habían conocido durante el rodaje de Primer amor (Claudio de la Torre, 1941).

 

Una madeja de lana azul celeste se filma entre el 2 de diciembre de 1963 y el 31 de enero de 1964, en tanto que el rodaje de La otra orilla comienza el 20 de enero y finaliza el 3 de marzo, solapándose con el anterior. Las ocho semanas de rodaje de Una madeja de lana azul celeste supondrían treinta y tres días de interiores en los históricos estudios Kinefón de Juan Homedes, a sumar a otros doce de exteriores en Casteldefells y el Club Turó de Tenis. Más ajustados nos parecen los cálculos de dos días de exteriores para su producción gemela, aunque las seis semanas de trabajo en estudio se antojan también excesivas porque las dos cintas se ruedan, con decorados prácticamente idénticos cosntruidos en uno de los platós de Kinefón, dedicado por entonces a la publicidad.

domingo, 29 de septiembre de 2019

saza va a ser mamá


L’événement le plus important depuis que l’homme a marché sur la lune (No te puedes fiar ni de la cigüeña, Jacques Demy, 1973) llega a España en agosto de 1974. Un mes más tarde, en pleno Festival de San Sebastián, el avispado productor murciano José Antonio Cascales anuncia el rodaje de El insólito embarazo de los Martínez (Javier Aguirre, 1974). Que la cinta presentaba sus más y sus menos con la película de Demy lo constata que en el cartón de los créditos dedicados al guión constan sus dos autores –el propio Javier Aguirre y Antonio Fons- y una inusual fecha de copyright: 1971.

Protagonizan Saza y Esperanza Roy como una pareja de recién casados: él vive obsesionado por verla embarazada, pero su trabajo diario en la Junta de Energía Nuclear provoca la inversión de roles. La cinta incide en los aspectos más orientados a la farsa, y destaca particularmente la intervención de Tip y Coll como dos abortistas surreales que consiguieron escapar a la censura y que posiblemente encuentran su espejo en la secuencia de la pesadilla de Marco en L’événement…, cuando éste sueña que un par de enfermeros le tumban sobre una mesa de billar para sacar de su tripa un teléfono y una gallina. Si bien Luis Sánchez Polack "Tip" se ha hecho un hombrecito con bigote en el humor radiofónico junto a Joaquín Portillo "Top", José Luis Coll no llega a Madrid hasta 1956. Tiene entonces veinticinco años y se forma como humorista en Don José. Al desaparecer la publicación de Mingote de los quioscos, pasa a "la revista más audaz", donde inaugura su colaboración en junio de 1958. Como ha sucedido con tantos antecesores, no tarda en convertirse en pluma estable de La Codorniz. Un par de años más tarde nos lo encontramos desarrollando series completas, como ese "Cosas mías" en el que incluye lo que hoy llamaríamos microrrelatos, aforismos y máximas mínimas al modo de Jardiel.


Para que la filiación de El insólito embarazo de los Martínez sea patente, en la sala de espera del ginecólogo las futuras mamás no hojean Hola, Semana ni Lecturas, sino... La Codorniz.

domingo, 8 de septiembre de 2019

herreros, cameísta

El dibujante -y publicista y escalador y cineasta y portadista de La Codorniz...- Enrique Herreros fue también un infatigable cameísta, siempre presto a hacer el papelito brevísimo, pero de lucimiento.

La afición arranca cuando Edgar Neville rueda en el edificio del Palacio de la Prensa, donde trabaja Herreros, Yo quiero que me lleven a Hollywood (1931) y hace falta alguien que bese a una de las aspirantes a estrellas. Después de la guerra, sus apariciones en la pantalla menudean, sobre todo a las órdenes de Rafael Gil, que contó con él hasta en ocho ocasiones. Él mismo se reserva un papel harpomarxiano de cierto relieve en La muralla feliz (1947) y comparecerá por última vez como actor en La vida es magnífica / Le voleur de Tibidabo (Maurice Ronet, 1964).

He aquí un testimonio todo lo exhaustivo que nos ha sido posible de estos cameos...

un tipo besucón en Yo quiero que me lleven a Hollywood (Edgar Neville, 1931)

el acomodador del ozonopino de Eloísa está debajo de un almendro (Rafael Gil, 1943)

un calzonazos que declara ante el juez en El clavo (Rafael Gil, 1944)

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un personaje no localizado en Te quiero para mí (Ladislao Vajda, 1944) 

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el revisor del tren de Empezó en boda (Raffaello Matarazzo, 1944)

el empresario teatral de El destino se disculpa (José Luis Sáenz de Heredia, 1945) 

el faquir del circo de El fantasma y doña Juanita  (Rafael Gil, 1945)

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el "padrino 2" en Espronceda (Fernán, 1945) 

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otro personaje no localizado en Cinco lobitos / O diablo são elas (Ladislao Vajda, 1945) 

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un espectador en Senda ignorada (José Antonio Nieves Conde, 1946) 

el joyero de María Fernanda la jerezana (Enrique Herreros, 1946) 

el doctor Pedro Recio que mata de hambre a sancho en Don Quijote de la Mancha (Rafael Gil, 1947) 

el hijo mudo en La muralla feliz (Enrique Herreros, 1947)

un comerciante escarmentado por los bandoleros en Aventuras de Juan Lucas (Rafael Gil, 1949)

un mozo de cuerda en La revoltosa (José Díaz Morales, 1950) 

el cantante afónico de Teatro Apolo (Rafael Gil, 1950) 

el autor dramático de El gran Galeoto (Rafael Gil, 1951)

un ratero del Rastro en De Madrid al cielo (Rafael Gil, 1952) 

el señor que se busca algo en el ojo de Cabaret (Eduardo Manzanos, 1951) 

y el coronel de La vida es magnífica / Le voleur de Tibidabo (Maurice Ronet, 1964)

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y el protagonista póstumo de Un cineasta en La Codorniz (Javier Rioyo, 2012)

domingo, 25 de agosto de 2019

los famosos jaimitos


Una página dedicada a los complementos sonorizados por Ramos de Castro para Seelecciones Cinedía y distribuidos por Balet y Blay. La publicidad figura en el número de septiembre de 1941 del boletín empresarial Sombras, donde también se lanza a bombo y platillo la "versión sincronizada" de The Son of the Sheik (El hijo del caíd, George Fitzmaurice, 1926). A juzgar por el texto promocional -"han pasado los años, la técnica cinematográfica se ha perfeccionado, ha evolucionado la psicología humana, pero Valentino nos demuestra que jamás ha sido un actor de temperamento decadente"-, este otro celuloide rancio no tenía nada de humorístico.

domingo, 4 de agosto de 2019

la codorniz en albarracín


En 1961 José Luis Gamboa rueda en exteriores albarricienses Cerrado por asesinato, una intriga humorística con un par de asesinatos y un puñado de sospechosos de entre los turistas de un hostal en la que el habitual secundario Rafael Alonso asume, como en El baile (Edgar Neville, 1959) o en El grano de mostaza (José Luis Sáenz de Heredia, 1962), un papel cuasiprotagónico.

Manuel (Alonso) y Elena (Mara Cruz) son un matrimonio que llega a Montecorona, un pueblo del interior arrasado por el turismo. El chaval que les lleva las maletas hasta la fonda les pide un dólar y el recepcionista (Juan Cazalilla) les pregunta en todas las lenguas vivas posibles qué idioma hablan hasta que ellos le decepciones contentando en cristiano.

Manuel es un probo funcionario cuyo mayor alarde de inconformismo es comprar La Codorniz... para abanicarse, claro. En cambio ella es una mujer fantasiosa, imaginativa, aficionada a las novelas policiacas y deseosa de tener una casita en tan encantadora localidad para poder pasar el veraneo y los fines de semana. Al fin y al cabo, allí escribe sus novelas el afamado Luis de la Hoz (Alfredo Mayo). Para satisfacer su capricho y demostrarse a sí mismo que no es un calzonazos, Manuel entra a robar en la habitación de una inglesa a la que ha visto esconder una importante cantidad de dinero en el interior de una radio. Pero la mujer le sorprende, Manuel la empuja y...

La fantasía detectivesca de Elena no hará sino proporcionar argumentos al escritor y a su amigo inspector de policía (Félix Dafauce) para que den con el asesino sin saber que éste es su marido. La visita al castillo local sirve de tópica reunión de acusados y propicia una nueva alusión al universo condornicesco, cuando el guía asegure que el lugar sirvió de inspiración a Mingote para crear a su "pareja siniestra", personajes a los que es probable que el público de 1964 -año de su estreno en Barcelona- aún recordara, pero que debía de sonarle a chino al de 1970, cuando la película llegó por fin a una pantalla de la capital en pleno verano.


En cualquier caso y para que conste esta incursión cinematográfica nunca censada de Chumy Chúmez, la portada es suya y corresponde al número 1039 -"extraordinario dedicado a las bestias"- del 8 de junio de 1961.

martes, 9 de julio de 2019

el libro del verano


El 24 de julio próximo se anuncia el lanzamiento de la monumental biografía sobre nuestro humorista de cabecera cocinada a seis manos por Gema Fernández-Hoya y Aguilar y Cabrerizo. Edita, con exquisito gusto, Renacimiento.

¡Vacaciones sin Tono son vacaciones perdidas!
Gema Fernández-Hoya / Aguilar y Cabrerizo:
Tono, un humorista de la vanguardia
Renacimiento, colección "Biblioteca de la Memoria"
480 págs.
ISBN: 8416981779


viernes, 14 de junio de 2019

conchita, la fantástica

 
Una mañana, mientras hace footing en un parque, Daniel (Agustín González) ve como un hombre mayor (Antonio Gamero) apuñala a un jovencito que se burla de sus intenciones de mantener relaciones con él. Cuando su mirada se cruza con la del asesino, escapa, pero se deja olvidado un libro de poemas de Walt Whitman en un banco del parque. Aunque su amante, Miriam (Victoria Vera), intenta que olvide el asunto, a partir de ese momento Daniel se siente perseguido por un extraño y la situación se va volviendo más kafkiana cada vez.

La estructura zigzagueante que propone Testigo azul (Alucinema) (Francisco Rodríguez, 1989), al invitarnos a que nos sumerjamos en la fabulación obsesiva del protagonista, admite tanto el coqueteo con el género fantástico como las salidas de tono humorísticas. Es en este aspecto donde cobra especial relevancia el papel de abuela de Miriam interpretado con una convicción desarmante por Conchita Montes. Correctamente arreglada en las escenas que se desarrollan en lugares públicos, pero con el pelo disparado en la intimidad, se muestra admonitoria con su nieta y brutal con el amante de ésta, sin perder nunca el pulso esperpéntico de un personaje salido del búnker del barrio de Salamanca. En una cinta lanzada por la pendiente del fantástico hermético, su presencia nos devuelve a una realidad no menos delirante.


No es la primera incursión de nuestra actriz en este territorio genérico. En 1972 ya había formado parte del reparto de Diabólica malicia / Night Child / La tua presenza nuda (James Kelley / Andrea Bianchi, 1972). La multiplicidad de títulos delata el origen multinacional de esta coproducción. Todavía quedarían por consignar el internacional, What the Peep Saw, y los alemanes, Der Zeuge hinter der Wand / Diabolisch. Esta bicefalia también se aprecia en la dirección, con la atribución de las copias anglosajonas a James Kelley y la de la italiana, al menos, a Andrea Bianchi con su propio nombre o con su habitual alias de Andrew White. Bianchi trabajó también en esa etapa en España en Belleza negra / Black Beauty (James Hill, 1971); ambas son las primeras incursiones de Andrés Vicente Gómez en la producción, con la marca Eguiluz Films. No resulta menos peliagudo el asunto de las versiones, con doblaje asegurado en cada uno de los idiomas de los cuatro países implicados en la producción. En España, Selica Torcal puso voz Britt Ekland, Juan Logar a Hardy Kruger y Delia Luna a Lilli Palmer. Conchita Montes se dobla a sí misma y, acaso por ser una de las pocas actrices nacionales que podían actuar con cierta soltura en inglés, se justifique su presencia en el reparto. Su papel es episódico y se reduce a tres escenas en las que comparte encuadre con Britt Ekland.

Aunque el guión se supone que es un original del televisivo Robert Preston, su germen está en Otra vuelta de tuerca de Henry James y en una serie de películas coetáneas de corte fantástico que utilizan a la infancia como elemento perturbador, como The Nightcomers (Los últimos juegos prohibidos, Michael Winner, 1971) o The Other (El otro, Robert Mulligan, 1972). Es en este marco y en las múltiples refracciones que provoca Repulsion (Repulsión, Roman Polanski, 1965) que cabe ubicar esta historia de un preadolescente perverso (Mark Lester) o de su madrastra perturbada (Britt Ekland).


sábado, 1 de junio de 2019

tono y un sainete en la costa brava


De un sainete de costumbres turísticas del humorista Joaquín Muntañola realiza José María Font-Espina su primer largometraje en solitario en 1968: El Baldiri de la costa / En Baldiri de la costa.
 
En los créditos figura Muntañola como autor de la comedia original y la pareja formada por José María Ricarte y Francisco Pérez-Dolz como adaptadores y dialoguistas. Completan el tándem literario el propio director y el productor, Antonio Isasi-Isasmendi, con el alias de Antonio I. Lasa. Aún nos encontramos como "colaborador en los diálogos" al ayudante de dirección Luis Linares.

Pero para enterarnos de que también Antonio de Lara -nuestro Tono- metió la cuchara en este guiso hemos tenido que leer la monografía que Lluís Bonet Mojica dedica a Jordi Feliu [Filmoteca de Catalunya, 2008]. Al repasar su propia trayectoria tras su separación de Feliu, Font-Espina rememora la realización de En Baldiri de la costa y L'advocat, el batlle y el notari (1969,) y el éxito que obtuvieron gracias al protagonismo de Joan Capri. Desde luego, no resulta ajeno a su popularidad en Cataluña el hecho de que se tratara de las dos primeras películas cuya exhibición se autorizó en lengua vernácula, algo que se le había negado tanto a Iquino con El Judas (1952) como a Armando Moreno con María Rosa (1965).

De Tono asegura Font-Espina que "aportó una cincuentena de gags de los que aproveché la mitad; los demás no venían a cuento". [Font-Espina a Bonet Mojica: Op. cit., pág. 135]

lunes, 22 de abril de 2019

conchita en el doré

El próximo martes, 7 de mayo, a las ocho de la tarde, presentación en el Doré de Conchita Montes, una mujer ante el espejo, con la participación de la editora Lorena Carbajo, la prologuista Marina Díaz y los autores. El acto, breve, servirá de prólogo a la proyección de Nada / Voragine (Edgar Neville, 1946), en la que Conchita no sólo fue protagonista, sino que también realizó la adaptación de la novela de Carmen Laforet.

Para celebrarlo, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, he aquí las portadas de las novelizaciones de sus películas publicadas por las editoriales Alas y Rialto a principios de la década de los cuarenta...

 La muchacha de Moscú / Sancta Maria (Edgar Neville, 1941)

Correo de Indias (Edgar Neville, 1942)

Misterio en la Marisma (Claudio de la Torre, 1943)

Café de París (Edgar Neville, 1943)

jueves, 14 de marzo de 2019

vicente viudes y el precodornicismo


A la altura de 1939 el espíritu de una Codorniz aún por nacer ya impregnaba a buena parte de lo más inquieto de la mitad de la cultura española que se ha alineado con los vencedores de la Guerra Civil.

Vaya como ejemplo la contraportada del último número de la revista de combate La Ametralladora [núm. 120, 21 de mayo de 1939], dirigida por Miguel Mihura, y en la que el pintor, figurinista y escenógrafo murciano Vicente Viudes hace gala de su conocimiento del nuevo humor...


Convalecencia
(por V. Viudes)
-Pues, sí, hija; gracias a este reconstituyente me estoy poniendo hecha un hombre.

martes, 5 de marzo de 2019

las siete vidas del gato, según lazaga


Las siete vidas del gato (Pedro Lazaga, 1970)


Según iba madurando su concepto de la dramaturgia de lo inverosímil, Enrique Jardiel Poncela se mostró progresivamente reacio a adoptar la estructura clásica en tres actos. Generalmente, se valía de un prólogo exento y de dos actos. La necesidad, en las comedias de intriga, de una explicación que satisficiera al público solía convertir el desenlace en un giro sorprendente tantas veces insatisfactorio por su precipitación y su carácter acomodaticio. Pero cuando Jardiel intentaba saltarse este expediente, el público protestaba y él siempre buscó el éxito. Mucho más en 1943, cuando, después de una serie de triunfos ininterrumpidos desde el batacazo de su drama de la vida hollywoodense, El amor sólo dura dos mil metros, había ido encadenando en los escenarios del Infanta Isabel y de la Comedia funciones que alcanzaban invariablemente la cifra mágica de las cien representaciones. Es entonces cuando decide formar compañía propia por segunda vez y emprender una gira por Latinoamérica que se saldará con un triple desastre financiero, político y amoroso que afectaría notablemente a su producción hasta el fin de su vida.

Jardiel estrena Las siete vidas del gato en el verano de 1943 en San Sebastián, en plena formación de la compañía con la que piensa estrenar en Barcelona y trasladarse luego a Argentina. Pisa terreno conocido: la intriga dislocada de Eloísa está debajo de un almendro y Los habitantes de la casa deshabitada. También hay aquí un personaje femenino que siente una atracción morbosa por un hombre que podría ser su asesino y una familia tronada, los Arriaga, que no son los Briones pero casi. Sus ascendientes han asesinado a sus mujeres en presencia de un gato negro. Beatriz podría ser la séptima víctima y, por eso, Guillermo ha decidido abandonarla apenas desposada. Lo que sigue es un enredo fenomenal, con un trapero llamado Sócrates metido a detective, dos tías chaladas, pasajes secretos, varios intentos de asesinato y un disparo postrero que sirve de remate a la acción. Sin embargo, este final, sumado a los cuatro prólogos macabros, suscitó reticencias en el público durante el estreno donostiarra, así que la comedia llegó con un final menos siniestro al escenario del Infanta Isabel: siete disparos y siete muertos en escena... que luego no son tales.

Alfredo Marqueríe, el paladín de Jardiel en la prensa diaria, asegura que se trata de un auténtico ejercicio circense, "¡más difícil todavía! [...], como para demostrarnos que ni la técnica teatral tiene secretos para él ni su fantasía es inferior a la del mejor folletinista". [Informaciones, 1 de octubre de 1943.]


El guión de Luis G. de Blain pone el acento en los personajes cómicos, adelantando al primer acto la presentación de Sócrates (Antonio Ozores), poniendo al día su actividad profesional al presentarlo al frente de un combo de música tropical que acude a actuar en el banquete de bodas y proporcionándole sendos portores cómicos en los personajes del chófer del microbús, desconfiado y borrachín, interpretado por José Luis Coll, y la gogó argentina que se pone a bailar y se desnuda –signo de los tiempos- cada vez que sale de su sopor y a la que da vida con buenas dosis de autironía Rosanna Yanni. La otra estrategia estructural es la multiplicación de las escenas paralelas y la inserción de planos relámpago sobre los asesinatos del pasado, que vienen a sumarse a una planificación resuelta con abundancia de contrapicados y grandes angulares. La resolución queda aún más simplificada que en la última versión de Jardiel y José Luis Coll vuelve a comparecer en pantalla, esta vez disfrazado de gorila.

Pero si por algo destacan Las siete vidas del gato cinematográficas es por asumir a conciencia la hipertrofia de prólogos que proporcionen un detonante explosivo para la acción dramática, en lugar del clásico preámbulo en el que se nos dan los antecedentes.


Patty Shepard encarna a las cuatro mujeres asesinadas en cuatro viñetas que, en lugar de seguir los pasos argumentales pautados por Jardiel, remiten a otros tantos géneros bastardeados: el gótico y el giallo para la dama del candelabro estrangulada (1873); el melodrama italiano y el slapstick en la pianista muerta de un tiro por el marido engañado (1893); el grand guignol y el folletín para la rubia gaseada (1918); y la farsa de la cursilería para la madre que recibe un tiro que iba dirigido contra su amiga (1936). Lo curioso es que esta actualización de la acción, que permite situar el grueso del relato en el año de su realización, no tiene nada que ver con las acciones violentas ocurridas en los prolegómenos de la Guerra Civil, a los que se alude de forma explícita y que viene a sustituir a la bomba contra Alfonso XIII que servía de referencia temporal al tercer prólogo de Jardiel, ambientado en 1906.