Entre este aluvión de proyectos no siempre materializados sorprende, por su carácter novedoso, la producción de una serie de cortometrajes bajo el título genérico de Canciones. Surge la oportunidad tras el estreno de María de la O (Francisco Elías, 1936), rodada antes de la contienda pero inmovilizada hasta que esta termina. La relación de Ulargui con el letrista Rafael de León y el maestro Manuel Quiroga fragua en la creación de una serie de películas cortas que den continuidad a los recién alquilados estudios Orphea, en Montjuic, toda vez que los dos proyectos más ambiciosos del productor —la adaptación de la zarzuela El asombro de Damasco y una Locura de amor que tiene comprometida con Benito Perojo— resultan inabordables con la temporada tan avanzada. Los cortometrajes musicales, protagonizados por Miguel de Molina, Maruja Tomás, Amalia de Isaura y Miguel Ligero entronca de este modo plenamente con el cine popular de la República, estableciendo una línea de comunicación directa con aquél, a pesar de que Miguel de Molina ha sido represaliado y Maruja Tomás —que ha protagonizado un par de cortometrajes para Ediciones Antifascistas en 1938— ha pasado unos meses en la prisión de Les Corts tras la caída de Barcelona.

Entrevistado en la revista Primer Plano [núm. 57, 16 de noviembre de 1941.], Ulargui expone un plan trazado con criterios estrictamente industriales que tendrá continuidad si el éxito acompaña a la primera tanda de producciones. Se trataría de…
realizar un tema dramático, cómico o musical en el menor metraje posible y de modo que pueda captar el interés del espectador lo mismo que un film de largometraje mediante un coste de producción que permita ser fácilmente absorbido por la capacidad económica del país con relación a nuestra industria. […] En España apenas se han hecho hasta ahora más que ese tipo de documentales para los que basta un operador bien intencionado que toma unos metros de película muda, a la que luego se le pega en el estudio la voz del explicador y un poco de música de fondo; todo ello, a un precio mínimo.. Nadie habrá arriesgado en esta prueba el capital que una película corta de nuestro tipo exige y que, proporcionalmente, al emplear en ella estrellas directores y técnicos de primera calidad, es el mismo que el de una película de largo metraje.Según los planes de Ulargui los cortometrajes son también susceptibles de ser distribuidos en forma de largometraje de episodios, compitiendo de este modo —tanto en temática como en estructura— con los espectáculos «de folklore» que encandilan a las plateas populares. Las previsiones del productor y distribuidor riojano son inmejorables: al frente de los repartos hay tres figuras popularísimas, se ocupan de ellas directores de relieve y la prensa ayuda en la promoción de los rodajes. El primer número de la revista Cámara incluye en su sección «Se rueda» fotos de varios de ellos. López Rubio aparece en una con Brazalema y Miguel de Molina durante el rodaje de Luna de sangre (José López Rubio, 1941), y en otra con Miguel Ligero haciendo de zapatero en A la lima y al limón (José López Rubio, 1942). Claudio de la Torre y Lolita Benavente conversan en el rodaje de Chuflillas (Claudio de la Torre, 1941). Y Neville, muerto de risa, da indicaciones a Manolo Morán sobre el modo de decir su pregón —«la juerga padre...»— en Verbena (Edgar Neville, 1941). [Cámara, núm. 1, octubre de 1941.]
Verbena, el epléndido mediometraje de Neville, sirve hoy de arranque a un ciclo codornicista puesto al día programado conjuntamente por Filmoteca Española en su programa Doré en casa y el Centro de Arte 2 de Mayo de la Comunidad de Madrid como parte de la exposición Humor absurdo en ciclo titulado Un bigote para el siglo XXI.
Por nuestra parte, en próximas entregas iremos desgranando aquí las quisicosas del resto de las Canciones ulárguico-codornicescas.
(Las ilustraciones son promociones de Ufisa publicadas en las revistas Cámara y La Codorniz)
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